El síndrome del cuidador quemado es un problema que pueden experimentar las personas que desempeñan el rol de cuidador principal de una persona dependiente, ya sean familiares o profesionales de la salud.
Estas personas sufren un profundo desgaste físico y mental, por el cuidado constante y continuado de la persona dependiente. Con frecuencia, se da en cuidadores de enfermos de Alzheimer, pero también puede deberse por el cuidado de personas con enfermedades crónicas, como el cáncer, la enfermedad mental o por los cuidados de la vejez.
Este síndrome del cuidador fue descubierto por Herbert Freudenberg en 1974, tras prestar atención a los efectos en profesionales encargados del cuidado de personas con enfermedad grave. Herbert apreció síntomas de ansiedad, fatiga y agotamiento físico-psíquico en estas personas.
Las personas cuidadoras pueden desarrollar síntomas de depresión, cansancio y desesperanza, además de sentimientos de hostilidad y rabia encubierta hacia la persona dependiente. A esto se le debe añadir también el sentimiento de culpa por sentir o pensar de esa forma sobre el enfermo.
Lo que suele ocurrir es que, generalmente, los cuidadores desatienden sus propias necesidades para cubrir únicamente las de la persona enferma, pudiendo desarrollar entonces episodios de estrés con repercusiones a nivel físico y emocional.
Síntomas del síndrome del cuidador quemado
Los siguientes síntomas son indicativos de si una persona tiene o no el síndrome del cuidador quemado:
- Los cambios de humor repentinos.
- El agotamiento físico y mental.
- Los síntomas de depresión o ansiedad.
- El aislamiento social.
- Las alteraciones del apetito y del peso.
- Los problemas laborales.
Las personas que presentan este síndrome del cuidador quemado pueden presentar trastornos de sueño, ansiedad, desesperanza, dificultades para concentrarse e incluso una tendencia a ideación suicida.
¿Qué deberían tener en cuenta los cuidadores de enfermos para no caer en este síndrome del cuidador quemado?
Para poder cuidar a los demás, es fundamental cuidarnos a nosotros mismos. Por lo tanto, si estas en esta situación, nos gustaría que tuvieses en cuenta los siguientes consejos:
- Es recomendable pedir ayuda a familiares, amigos o profesionales y aceptar que uno ha llegado al límite de sus fuerzas si esta situación se produce, sin miedo y sin sentimiento de culpa.
- El cuidador tiene que preocuparse por su alimentación y procurar realizar ejercicio físico, ya que así se eliminarán las toxinas del cuerpo y se despejará la mente.
- Tomarse descansos diarios es muy positivo. Por ejemplo, es bueno reservarse una hora diaria para asuntos propios y un descanso semanal fuera del contacto directo con el dependiente. Hacer planes con amigos y familiares debe ser una prioridad.
- Debe aprender a poner límite a las demandas excesivas por parte de la persona a la que se cuida. Hay que saber decir no, sin sentir culpabilidad. Al igual que es necesario expresar las propias frustraciones, los miedos y los resentimientos como vía de escape emocional.
- Otro punto importante es marcarse que sean factibles a la hora de cuidar. Para eso, hay que planificar las actividades semanales y diarias, estableciendo qué es lo más importante. Una mejor gestión del tiempo proporcionará mayor sensación de control sobre la situación.
- Y, por último, tanto en favor del cuidador como del cuidado, es aconsejable fomentar la autonomía del dependiente. Hay que propiciar que realice todas aquellas actividades que pueda por sí mismo, aunque lo haga lento o mal.
¿Cómo es la intervención psicológica en personas con el síndrome del cuidador quemado?
Si el cuidador lo necesita porque llega a estar desbordado a nivel emocional sería importante que acudiese a terapia para tratar los siguientes aspectos:
- La modificación de aspectos cognitivos, es decir, de pensamientos y emociones que puedan estar facilitando la permanencia del síndrome del cuidador, y la intervención sobre determinadas conductas en el cuidado.
- Es importante el entrenamiento en habilidades sociales y en la solución de problemas. Por ejemplo, en pedir ayuda a familiares y amigos y dedicar más tiempo a sí mismo o a sí misma.
- Por último, a ventilación emocional para aceptar e integrar las emociones negativas como la frustración, la tristeza, la rabia o la culpa es fundamental en estos casos.
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