Debido a la situación actual que estamos viviendo, hemos tenido que modificar muchos aspectos de nuestra vida. Hemos dejado de visitar a la familia, salir con los amigos/as etc… y hemos tenido que pasar mucho más tiempo en nuestros hogares. Debido a esta situación, todos y todas en mayor o menor medida, hemos recurrido a las nuevas tecnologías para poder comunicarnos o simplemente para entretenernos. Sin embargo, esta situación también ha generado, que muchos niños/as y adolescentes se recluyesen en sus habitaciones sin prácticamente salir de ellas, dando lugar al llamado «síndrome del niño caracol».

¿Qué es el «síndrome del niño caracol»?

 

El síndrome del niño caracolEl llamado «síndrome del niño caracol» o «síndrome de la puerta cerrada», hace referencia a esos niños/as que se aíslan en sus habitaciones y pasan el día viendo la televisión, jugando a videojuegos, chateando… pero sin salir de ella, sólo para ir al baño o ir a la escuela (en los casos mas extremos ni para eso).

Este síndrome tiene su origen en Japón, donde es conocido con el nombre de Hikikomori. En su gran mayoría son jóvenes que se auto recluyen en sus habitaciones y no tienen ninguna clase de relación social o de actividad educativa o laboral. Tienden a ser principalmente hombres y suelen mostrarse tímidos, introvertidos, con pocas amistades, baja autoestima y suelen provenir de familias donde existen conflictos entre sus miembros. Aunque este síndrome es más frecuente entre adolescentes, puede aparecer entre los 8 y 10 años.

¿Cómo comienza el aislamiento?

 

El aislamiento comienza de forma gradual. Son jóvenes que cada vez pasan más tiempo en su habitación jugando a videojuegos, viendo la televisión…. Poco a poco dejan de quedar con su amigos/as y se relacionan cada vez menos con el resto de su familia.

También se observan cambios en sus rutinas diarias, de esta forma, se ha observado que suelen pasarse el día durmiendo y pasan la noche jugando a los videojuegos o con la televisión. Descuidan su higiene personal y muestran un gran descontrol alimentario. Pueden llegar a mostrarse agresivos con su familia y desarrollar ansiedad, depresión u otros trastornos mentales. Acaban por desarrollar una gran apatía hacia el mundo exterior y les acaba produciendo miedo salir de la zona de confort que se han creado.

Aunque este tipo de aislamiento social se comenzó a observar en Japón, se ha ido extendiendo a otras partes del mundo, con características diferentes, dependiendo de cada sociedad.

¿Cuáles son las causas que llevan a este tipo de aislamiento?

 

Es difícil entender las causas que puede llevar a una persona y más si hablamos de personas jóvenes a aislarse de forma voluntaria. Se habla de factores familiares, entre los que destacarían la falta de comunicación y la excesiva exigencia o presión parental. La falta de control parental también se menciona como una posible causa. Por último, se cree que la tecnología y el mundo virtual en el que acaban pasando tanto tiempo les puede hacer perder el contacto con la realidad. Aunque por ahora. todas estas posibles explicaciones se quedan en meras hipótesis.

¿Cómo puedo luchar como padre/madre contra el aislamiento social de mi hijo?

 

Para evitar que tu hijo/a se convierta en un “niño caracol” puedes llevar a cabo algunas de estas medidas preventivas como:

  • Fomentar las actividades al aire libre. Como, por ejemplo, que realice algún tipo de deporte o actividad. En los periodos vacacionales, que es cuando disponen de más tiempo libre, seria aconsejable apuntarles o realizar con ellos actividades fuera del hogar.
  • Fomentar la comunicación. Dedicar algún momento del día a hablar con tus hijos/as de sus preocupaciones, inquietudes, actividades etc…
  • Hacerles partícipes de la vida familiar. Estableciendo rutinas y asignándoles responsabilidades.
  • Limitar el uso de las nuevas tecnologías. Estableciendo horarios o evitando que tengan ciertos aparatos electrónicos en su habitación, como, por ejemplo, la videoconsola.
  • Evitar usar de forma sistemática las nuevas tecnologías como método para que los hijos/as se calmen o no molesten.
  • Ser congruente. Es complicado exigirle a nuestro hijo/a cierto control o responsabilidad en el uso de las nuevas tecnologías, si nosotros como adultos no somos capaces de llevar ese control.

Vivimos inmersos en un mundo de emails, likes, hashtag… que paradójicamente cada vez nos alejan más de la realidad y nos aíslan a nivel social. Por ello, es importante estar atentos/as a los primeros signos de alarma para para poder intervenir de una forma adecuada.

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